Una lasaña ligera y deliciosa: láminas de calabacín enrolladas, cubiertas con salsa natural de tomate y gratinadas con queso derretido.
Lava los calabacines y corta en láminas muy finas a lo largo usando una mandolina o cuchillo bien afilado.
Opción rápida: pásalas 1 minuto por agua hirviendo con sal y luego enfría en agua helada. Esto las hace más manejables para enrollar.
Coloca 5 láminas de calabacín ligeramente traslapadas a lo largo (como un tapete). Enrolla cuidadosamente de un extremo al otro para formar un cilindro.
En una bandeja para horno pequeña, coloca una base de salsa de tomate. Acomoda los rollitos encima en filas de 3 columnas. Cubre con el resto de la salsa de tomate y esparce el queso mozzarella encima.
Lleva al horno a 200 °C (400 °F) durante 15–18 minutos, o hasta que el queso esté derretido y dorado.
Decora con albahaca fresca y un chorrito de aceite de oliva si deseas.